Cuando
guardamos algo en la mente y alimentamos pensamientos ocultos que
posiblemente nadie conoce. En realidad creemos que nadie conoce, pero
nosotros mismos lo sabemos y es mas; Dios, a quien no podemos ocultar
nada, conoce absolutamente todo y sabe qué cosas tenemos escondidas en
nuestra alma.
Los deseos, aún los malos,
pueden no ser tan nocivos si ellos solamente pasan por nuestro
pensamiento, la tentación y el deseo se llevan de la mano y ésta ataca
al deseo, cuando lo encuentra débil obtiene su propósito, que conjugado
con nuestra concupiscencia, producen los desagradables actos de la
desobediencia y del pecado.
Muchas veces
andamos, en lo que llamamos nuestra vida cristiana, con este tipo de
situaciones, ellas son el resultado de una liviandad en nuestra relación
con Dios y "sus cosas". Qué son " sus cosas" ? : la lectura de la
Palabra, la adoración y alabanza, la confesión, la comunión con los
santos, con nuestros hermanos de milicia, y también cuando estamos
alejados de la oración.
Cuando
estas cosas, paulatina y sutilmente; van apareciendo o mejor dicho
despareciendo de nuestras costumbres y necesidades espirituales, nuestro
espíritu se debilita, nuestra voluntad se hace mucho mas vulnerable y
nuestras decisiones ya no están a nuestra mano, estamos a expensas de
lo que hemos escondido en el corazón, la mente, el alma.
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Cuáles son los pecados que podemos cometer con la mente, o "en la mente" ?
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T O D O S ....!!!
Nuestra
imaginación y lascivia también se llevan de la mano y allí podemos
matar, adulterar, podemos robar y también odiar, tener fantasías
sexuales, relaciones increíblemente imaginables, etc.
Cuando
nuestra relación con Dios se entibia y luego se enfría, en la mente, en
nuestro corazón, se empiezan a desdibujar los parámetros, las normas
Divinas, se mezclan los sentimientos, y nuestro espíritu pierde el foco
de la Verdad, la Justicia y la Santidad.
Es
notable cómo, las personas que tienen este tipo de experiencias,
tratan de fingir, porque en realidad no es creíble su discurso
"religioso", y su doble vida es también evidente.
No os engañéis,
Dios no puede ser burlado, pues todo lo que el hombre sembrare, eso
también segará. (Gálatas 6: 7) Porque nada hay oculto, que no haya de
ser manifesado, ni escondido, que no haya de ser conocido, y de salir a
la luz. (Lucas 8: 17) Dios es claro, pero también misericordioso, nos
advierte porque sabe que podemos caer en esta situación, también lo dijo
el Señor Jesús: cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya
adulteró con ella en su corazón. (Mateo 5:28)
Sobre toda cosa guardada guarda tu corazón, porque de él mana la vida. (Proverbios 4: 23)
Qué
hacer entonces, ya que nuestro corazón es engañoso y perverso,
(Jeremías 17:9) su enfoque está distorsionado por naturaleza, por la
herencia del pecado que nos legaron ?
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Volver a Dios.
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El
hijo de la Parábola, no decidió de un momento a otro pedir el dinero a
su padre y salir a realizar todo lo que tenía "in mente", lo elaboró
seguramente por bastante tiempo. Conocemos el final de la experiencia.
Por lo tanto, el comienzo de una redención total, la redención que
incluye la mente es: reconocer los pensamientos escondidos, no los
ocultos, los ocultos puede ser que no nos demos cuenta que están ahí, y
Dios nos los hará ver a su tiempo, (Quien podrá entender sus propios
errores ? líbrame de los que me son ocultos.Salmo 19: 12 ) pero aquello
que escondemos, para que nadie sepa dónde está algo, sabemos bien que
está, dónde está y desde cuando, así con los pecados en la mente.
Pues,
vayamos a ese escondrijo y saquémoslos a la luz. Posiblemente te cueste
y provoque dolor, ya que ellos nos permiten vivir la vida del yo no
redimido, el yo pecador, y a ese yo es a quien hay que llevar a la cruz.
Denunciar nuestra debilidad, pecaminosidad, incluída la mentira de
haber escondido cosas y pretendido vivir como discípulos de Cristo.
Llevar
cada uno de esos pensamientos-deseos-sentimientos-afectos-sensaciones
desdibujados, desfigurados, pecaminosos a la cruz, arrepentirnos,
decirle Señor, he pecado contra el Cielo y contra mi mismo/a, no tengo
derecho a ser hijo/a tuyo, perdóname y restáurame, mi mente está sucia,
contaminada, pero confieso esto confiando en que Tú eres Fiel y Justo
para perdonarme y limpiarme de toda maldad (1ª Juan 1: 9)
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