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viernes, 26 de julio de 2013

Las diez mentiras mortales del cristianismo CAPITULO 1

¿Cómo pueden las mentiras ser parte del cristianismo?
Mentira Número 1. Lo que Jesús ofrece es escapar el infierno
Eso es como decir que Jesús le ofrece una manera de no ser castigados. ¿No suena más como una amenaza que como un regalo? Bueno, es una amenaza, y es una mentira.
Jesús nos ofrece un regalo a todos, que es mucho, mucho más de lo que el hombre se puede imaginar; pero la cristiandad ha hecho que el evangelio y la esperanza sean huecos, reemplazándolos con mentiras. Lo que Jesús nos ofrece en esta vida es deshacernos de nuestra naturaleza pecaminosa: para ya no estar sujetos a la ira, el enojo, la lujuria, la avaricia, el orgullo, la depresión, el alcoholismo, los deseos sexuales inmorales, las ataduras habituales, mentir, engañar, odiar, etc; y cuando nos deshacemos de nuestra naturaleza egoísta, Dios ofrece reemplazarla con su naturaleza y el espíritu de amor, paz, alegría, fe, bondad, benignidad, bondad, humildad, paciencia, dominio propio y justicia.
Él se ofrece a sí mismo por nosotros (para llegar a ser parte de él, y para que él se una a nosotros), en intercambio de que nosotros nos entreguemos a él. Nosotros le damos todo lo que tenemos; él nos da todo lo que tiene a cambio. Aquí están algunas de las promesas que él desea que se conviertan en la esperanza que usted alcance, porque esa esperanza libera la gracia que purifica el corazón y el alma a través de nuestra fe en las promesas de Dios: (haga clic sobre el texto azul claro para ver la prueba bíblica)
¿Y cómo cumplimos nuestra esperanza? Sentarse a los pies de Jesús y escuchar su palabra es lo único que necesitan los que deseen experimentar las promesas de la Biblia:
Jesús no le estaba leyendo las escrituras a María, estaba hablando con ella; debemos oírle hablar también a nosotros: porque las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. Juan 6:63; las palabras que él habla son espíritu y difunden la vida de Dios hacia nosotros, si nosotros escuchamos y obedecemos. Debemos ir a él. Debemos esperar en él - escuchar en silencio, con la humildad de un pecador que necesita de su poder de transformación - la gracia. Tenemos que escuchar - escuchar - y recibir con mansedumbre la palabra implantada, la cual es capaz de salvar vuestras almas. Santiago 1:21. Diariamente debemos esperar, velar, escuchar, oír, obedecer... esperar, velar, escuchar, oír, obedecer..... buscar, escuchar, obedecer. Debemos perseverar hasta el final, cuando veamos a Cristo traer nuestra salvación.
Sentarse en silencio, luchando con su mente para poder escuchar, es una cruz para su voluntad; obedecer es una cruz para su voluntad - negando su voluntad, y cediendo a hágase tu voluntad - esta es la cruz interna de la negación propia. Haga esto, y estará llevando su cruz, siguiendo a Jesús.
Para más información sobre la esperanza verdadera, vea los capítulos en Juan 14 y Juan 17, incluyendo los comentarios al final de cada capítulo.

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