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miércoles, 24 de julio de 2013

EL CRISTIANO Y LA PORNOGRAFIA... ¡OJO!


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Cristianos y la pornografía
Fue en los años 90 que todo cambió. Antes el que quería ver pornografía tenía que tomar un paso público: tenía que comprar una revista, o ir a un cine, o quizás comprar un canal en su cuenta de cable, el cual no se podía esconder del resto de la familia. Para muchos cristianos ese acto público era lo suficiente como para contrarrestar la fascinación con esa fruta prohibida de la pornografía. Pero todo cambió con el estreno del Internet, pues esa barrera social desapareció por completo. Ahora la pornografía es una experiencia que imita la imaginación por ser totalmente privada. En anonimidad completa y en la privacidad de nuestras casas, oficinas y cibercafés las barreras se han removido y la pornografía es hoy una concretización ubicua de nuestras obsesiones sexuales ocultas.
No es un secreto que la industria pornográfica ha expandido exponencialmente en los últimos 15 años y que todavía está creciendo. Resaltemos algunos de los números:
  • En 2005 el número de visitantes mensuales a sitios de Internet pornográficos fue 75 millones (fuente). Las tendencias indican que tiene que ser mucho más ahora. Acordémonos que hace 20 años esta avenida ni siquiera existía.
  • Videos pornográficos estrenados en 1988: 1,300. En 2005: 13,500. (fuente)
  • Varias encuestas informales dicen que entre 50-70 porciento de hombres cristianos usan pornografía en el Internet. (fuente)
  • Otras encuestas (ejemplo, una de la revista Christianity Today) dicen que entre 30-50 porciento de pastores en los EE.UU. usan pornografía. (fuente)
  • 70% de hombres usan pornografía cada mes. (fuente)
  • En una encuesta en los EE.UU. 57% de pastores dicen que adicción a pornografía en el Internet es el principal problema sexual en sus congregaciones. (fuente)
Ahora, estas estadísticas aplican primordialmente a los EE.UU. y tampoco las he verificado en fuentes académicas. Además vale notar que algunas seguramente no incluyen personas que no usan el Internet. Pero aunque no sean quizás exactas, todavía nos dicen algo y ese algo es que estamos experimentando una ola titánica de pornografía en el mundo hoy y que es mayormente debido a la existencia del Internet.
El impacto de este fenómeno sobre la iglesia es algo que espanta. La pornografía es algo tan presente que está seguramente cambiando formas de pensar y actuar a un nivel masivo sin que nos demos cuenta. La interacción entre hombres y mujeres, las expectativas sexuales que el hombre trae al matrimonio y los problemas relacionales que esto causa, la objetivización del cuerpo femenino en las mentes de hombres y muchachos cristianos, el tiempo gastado en búsquedas de pornografía en el Internet, y el peso psicológico y espiritual de vivir con pecado oculto son solo algunos de los aspectos de este fenómeno tan debilitador. La ola de pornografía es también una ola de pecado en nuestras congregaciones.
Lo peor es que casi nunca se discute. ¿Por qué? Para el que usa la pornografía es por vergüenza y temor a que le miren como si fuera un monstruo; para el pastor o el líder que usa pornografía es por temor a ser descubierto y perder su posición o destruir a su iglesia. Y claro, ese pastor no quiere predicar en contra de lo que él mismo está practicando. Sería muy incómodo. Sería hipocresía. Luego para los que están libres del vicio es más fácil ignorarlo, pues nadie lo menciona. O peor, como ellos mismos no experimentan el problema se da por sentado que es algo fácil de combatir. “No lo hagas, y listo. ¿Cuál es el problema?” El peor de todos es el que usa la pornografía en privado pero condena en público a otros que lo hacen.
Enseñanza bíblica
¿Qué dice la Biblia acerca del tema de la pornografía? Por un lado, es obvio que esto no se discute directamente. En tiempos bíblicos no existía la tecnología para reproducir imágenes que es necesaria para crear los materiales de la pornografía, sean impresos, video o digitales. Este es un vicio moderno. Pero por otro lado, la atracción entre los sexos y el deseo particularmente masculino de querer ver cosas ocultas no son algo nuevo. Solo menciono a David y Betsabé. Todo comenzó con un hombre mirando a una mujer desnuda (Ver 2 Samuel 11). Si consideramos a la pornografía como una extensión de la lujuria entonces la Biblia sí tiene algo que decir acerca del asunto y es que es absolutamente inapropiado. Especialmente importante es el pasaje en Mateo 5:27-28 donde Jesús dice:
Ustedes han oído que se dijo: “No cometas adulterio.” Pero yo les digo que cualquiera que mira a una mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella en el corazón.
Aunque deberíamos, quizás, notar que la codicia a la que Jesús se refiere puede incluir más que deseo sexual, no puede ser menos que eso, y mirar a una mujer (u hombre) para codiciarla es precisamente lo que uno hace con la pornografía. Los materiales y los métodos de distribución serán nuevos, pero lo que ocurre dentro de la mente del ser humano es lo mismo que ha ocurrido por siglos: meditación visual sobre deseo sexual ilícito. Jesús está señalando aquí que el adulterio es algo que ocurre en el corazón, no solo en el acto físico sexual. Y el acto en la imaginación es el mismo tipo de cosa que el acto en vivo. Es el mismo tipo de pecado. Por eso digo que la pornografía es una extensión de nuestra imaginación, pues nos ayuda a hacer mucho más concretamente lo que estamos haciendo en nuestras mentes cuando deseamos poseer físicamente a otro ser humano. Este mensaje de Jesús es un mensaje para los hipócritas que creen que como ellos no han tocado a una mujer no han hecho nada malo. No, dice Jesús. Si la deseaste ya has cometido una especie de adulterio.
De todos modos creo que es menor el número de cristianos que intentaría afirmar que el uso de la pornografía no es un pecado, pues tenemos una intuición profunda de que esto no está bien. Es más, una de las razones por la cual la pornografía fascina tanto es precisamente porque está mal, porque es fruta prohibida y que es por eso tanto más dulce al paladar.
Pero más que condenar a la pornografía y su práctica con largas erudiciones y citas bíblicas, yo estoy interesado en explorar en estos artículos cómo se obtiene la victoria, pues otro problema que tenemos con este vicio es que somos muy buenos para condenar, pero no tan buenos con la compasión y restauración.
No juzgues – ayuda
El que no tiene pecado que tire la primera piedra. Todos los hombres experimentamos tentación sexual y todos los hombres a veces caemos en esa tentación, aún si esa caída no resulta en el uso de pornografía. El orador juvenil Lucas Leys cuenta que participó en una reunión en la cual otro orador hacía una invitación porque Dios le había dado una palabra. Le había dicho que había tres jóvenes en la audiencia que estaban experimentando tentación sexual. La reacción de Lucas fue (así lo cuenta él) “¿Solo tres?” Si hay cien jóvenes en la audiencia hay 100 jóvenes que experimentan tentación sexual. Bueno quizás exagero. Es posible (teóricamente) que solo haya 99. No nos asombraría saber que prácticamente todos los jóvenes en la conferencia que Lucas describía vinieron al frente.
Todos experimentamos tentación sexual. Yo lo experimento. Tú lo experimentas. Todos. (Disculpen, damas. Estoy hablando a los caballeros aquí) Entonces no mires a una persona que tiene un problema con pornografía como si fuera un mutante asqueroso. Es tu hermano y la única diferencia entre tú y él es que él ha caído, quizás, un poco más duro que tú. Peor que la pornografía es el orgullo espiritual. Acéptalo a tu hermano y ayúdalo. Él no necesita que le condenes, pues este es un pecado en el cual por lo general el que lo practica ya se ha condenado a si mismo rotundamente. Lo que dice Pablo parece escrito exactamente para la situación: “Hermanos, si alguien es sorprendido en pecado, ustedes que son espirituales deben restaurarlo con una actitud humilde. Pero cuídese cada uno, porque también puede ser tentado.” (Gálatas 6:1) Me pregunto si quizás Pablo se refería a una situación particular en la cual alguien había sido sorprendido en el acto de adulterio.
Pasos prácticos para combatir la pornografía
¿Qué podemos cortar?
No rechacemos soluciones prácticas para este problema de la pornografía. A veces somos tan superespirituales que la única solución que se nos ocurre es orar más y leer la Biblia más. O decir “Dios te dará el poder.” Aunque esto es seguramente importante y verdadero, no es la solución completa, y estoy seguro que el que usa pornografía mayormente ya lo ha intentado. ¿Suena escandaloso decir que leer la Biblia y orar no es suficiente para vencer el pecado? Bueno, Jesús mismo recomienda acción práctica para superar el problema de codiciar una mujer, pues el pasaje que ya he señalado en Mateo 5 continúa con:
Por tanto, si tu ojo derecho te hace pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder una sola parte de tu cuerpo, y no que todo él sea arrojado al infierno. Y si tu mano derecha te hace pecar, córtatela y arrójala. Más te vale perder una sola parte de tu cuerpo, y no que todo él vaya al infierno. (Mateo 5:29-30)
Creo que todos nos damos cuenta de que esta es una imagen exagerada usada para resaltar bien el punto: no que practiquemos auto-amputaciones, sino que tomemos pasos extremadamente serios y concretos para no caer en estos pecados, pues al final de la trayectoria de esta práctica se encuentra un destino eterno terrible. Entonces, qué cosa práctica se puede hacer para evitar este pecado. ¿Qué podemos “cortar”? La primera que se me ocurre a mí es el alambre del internet (bueno, algunos tienen el inalámbrico). ¡Si no puedes vencerlo córtalo! Ya sé que hay muchas otras cosas importantes que haces en el Internet, inclusive leer los buenísimos artículos de Biblia.com. Pero ¿Qué es más importante? ¿Estás comprometido a cambiar, sí o no? Mejor cortar el alambre ahora que tienes la mente clara que sentarte esta noche otra vez delante de tu pantalla y batallar con esas emociones tan fuertes que casi siempre te van a ganar. Quizás este artículo es la última cosa que deberías leer en el Internet.
El contexto importa
Tuve una conversación recientemente con el presidente de un seminario en donde todo el campus tenía inalámbrico, inclusive en los dormitorios. Pregunté si controlaban el Internet y me dijo que no, pues el problema de pornografía está en el corazón, no en la situación del individuo. El que quiere ver pornografía, aseveraba, lo hará de todos modos sin respecto a la situación. De una manera u otra encontrará lo que busca. Por un lado estoy de acuerdo. Nadie puede decir “no fue culpa mía; fue culpa de la situación”. La situación no es la que nos hace pecar. Cada uno de nosotros elige lo que hace. Pero por otro lado, me parece un poco crédulo pensar que jóvenes con acceso ilimitado al internet en sus habitaciones no se comportarán diferentemente a lo que harían sin este acceso. ¡No seamos tan abstractos que nos olvidamos de la naturaleza humana! No estoy de acuerdo con que “si lo quieren hacer lo harán de todos modos.” Es que somos más complicados que eso. A veces nuestras acciones sí dependen de las opciones que están disponibles. No nos olvidemos también cuán fácil es ver pornografía en el Internet. Está ahí, tan cerca y tan fascinante.
Imaginemos que antes de la era de Internet nos encontráramos con alguna persona cristiana que en el cajón de su escritorio tenía una pila de revistas pornográficas y que, de acuerdo a él (o ella), nunca las usaba, pero de todos modos por alguna razón las guardaba allí. ¿Qué le diríamos a esta persona? Seguramente algo así: “¿Estás loco? ¿Te estás tentando a ti mismo por alguna perversa razón? ¿Cómo vas a vivir así con esa tentación tan cerca y a tu alcance? ¿No sabes que el deseo sexual es una de las fuerzas más difíciles de controlar en el ser humano?” Tiene sentido esa respuesta ¿no? Creo que sí. Pero en el Internet tenemos una montaña de revistas pornográficas al alcance de nuestros dedos y nadie piensa que esto es loco. ¿Quién podrá resistir esa tentación, hermanos? De acuerdo a las estadísticas, no muchos.
Dice un terapista sexual que hasta el 80% de gente que usa pornografía lo hace de una manera adictiva que afecta a sus relaciones personales y a su trabajo y que antes de descubrir el cibersexo esta gente no tenía ningún problema con adicción sexual (fuente). No me digas que nuestro comportamiento no está relacionado a la disponibilidad de los materiales.
Práctico sin legalismo
Entonces debemos tomar pasos prácticos, pero por otro lado no podemos tampoco crear cercas legalistas demasiado estrictas. Cuando hacemos esto la tendencia humana es siempre reemplazar los conceptos bíblicos de justicia y santidad con nuestra obediencia a las cercas. En este caso, por ejemplo, el tener un filtro de internet que bloquea pornografía puede convertirse en algo moral en sí mismo, y el no tener un filtro en algo que crea alguna duda acerca de tu integridad. El balance a la idea de que la situación sí importa es que nunca podemos controlar la situación por completo y que intentar ese nivel de control en el nombre de pureza espiritual siempre ha engendrado un espíritu amargo, sospechoso y sectariano. Desde esa perspectiva entiendo lo que me decía este hombre del seminario: cercas legalístas no te paran de pecar. El pecado está dentro de ti, como dijo Jesús: “Nada de lo que viene de afuera puede contaminar a una persona. Más bien, lo que sale de la persona es lo que la contamina.” (Marcos 7:15). Y ahí es donde lo debemos enfrentar, no en el exterior. Entonces, cuando yo recomiendo pasos prácticos son sólo eso, ideas específicas para cada situación que pueden ser diferentes para cada uno y no son leyes morales.
Quizás puedo resumir estas dinámicas así: La respuesta no es removernos totalmente de toda posibilidad de pecar. Eso es imposible. ¡Pero tampoco pongamos la fruta prohibida en la mesa antes de cenar! Un poco de balance, hermanos.
Ideas
Las cosas prácticas que podemos hacer para distanciarnos de la pornografía son sinfín, pues varían con las circunstancias. Por ejemplo, que la computadora siempre esté en un lugar bien público. ¿Tienes una oficina? Arregla los muebles para que se pueda ver la pantalla desde la puerta. Mejor todavía: Sácale la puerta si puedes. Un hábito común para los que usan pornografía es hacerlo tarde a la noche cuando el resto de la familia se ha ido a la cama. Entonces, quizás la computadora debería estar en tu cuarto para que no puedas hacer esto, pues ahí está tu esposo y tu esposa. O, si tienes que hacer mucho trabajo en la computadora a la noche, consíguete una mesa con ruedas y pon el Internet en tu cuarto, pero luego para trabajar en otras cosas te llevas la mesa a otro cuarto.
No uses inalámbrico si te ayuda a encontrar un lugar privado donde nadie puede ver lo que estás haciendo. Dile a tu cónyuge que estás tentado en esta área y que necesitas ayuda práctica (no tienes que decirle todo en este momento, solo que te sientes tentado o tentada, pues es la pura verdad). Para el soltero la situación es diferente. Quizás sería bueno no vivir solo o sola. Una cosa que me preocupa es el cibercafé. Estuve en uno en Perú hace unos meces en que cada computadora tenía su propia cabina y era completamente privado. Bueno, obviamente sería bueno evitar ese tipo de cibercafé y encontrar uno en el cual las pantallas son más públicas.
En cuanto a instituciones cristianas con redes y muchos usuarios, una posible solución es crear algún sistema de monitoreo donde se guardan todos los sitios que todos los usuarios han navegado. Cuidado con crear un ambiente hostil o de sospecha. No es realmente necesario que un ser humano monitoree esto estrictamente. El mero hecho de que esta información existe y puede ser investigada será una barrera muy buena, pues ¿quién quiere tomar el riesgo de ser descubierto?
Los diferentes programas que limitan acceso al internet pueden ser útiles y puede ser que en muchas situaciones son exactamente lo debido. Otra estadística dice que la mayoría de jóvenes ve pornografía en el Internet por primera vez entre las edades de 11 y 13 mientras hacen sus tareas, por accidente. Entonces quizás haya una responsabilidad de crear cercas como estas usando programas de filtración. No he podido encontrar programas en español, pero listo aquí algunos en inglés que son gratuitos (si alguien conoce otros por favor mencionar en los comentarios). Por lo general se bloquea contenido para todos los idiomas principales:
Pero estos programas también tienen el problema de que bloquean sitios basados en el uso de palabras y a veces bloquean cosas buenas. También, nadie nunca puede asegurarse de haber bloqueado todo material malo.
Las mejores soluciones son las que nos ayudan a confiar en otros y nos fortalecen para poder sobrepasar la tentación en cualquier situación. La pornografía nos divide con exquisita precisión. Abre un lugar totalmente privado en el cual no tenemos el apoyo de nuestros hermanos y fuera del cual estaremos demasiados avergonzados para pedir ayuda. Entonces creo que lo ideal es tener un amigo o un grupo o algún arreglo personal en el cual podemos ser responsables a un ser humano, hermano o hermana en Cristo.
Condenación y gracia
Si estás metido en este pecado de pornografía hay dos tendencias que debes resistir. Una de ellas es la tentación secundaria de justificar tus acciones. Frecuentemente el uso de la pornografía viene en parte de frustración con la experiencia sexual, sea por ser un joven soltero o por insatisfacción en la relación sexual o emocional del matrimonio. Y muchas veces esa frustración se convierte en una justificación. Por ejemplo,
  • “es verdad que está mal usar la pornografía. Pero el caso mío es diferente. Yo estoy en una situación en la cual es extremadamente difícil obedecer y por eso no está tan mal. Dios entenderá.”
  • O, “mi esposa nunca está disponible para mí. ¿Qué voy a hacer? Por lo menos así obtengo la satisfacción que como hombre merezco. No es ideal, pero no es tan malo tampoco. Es parte de mi naturaleza.”
  • O, “después de todo, es mejor que haga esto que cometa el adulterio en vivo. Realmente me está ayudando a ser más fiel a mi marido.”
Sin negar que quizás tengas razón y que quizás no está bien el tratamiento que recibes de tu cónyuge, o que eres soltero desde hace años y quieres casarte pero no puedes, o alguna otra situación, debes de todos modos reconocer que no está bien usar la pornografía. Son dos cosas separadas. Tus frustraciones, tus desánimos personales – eso es una cosa. Afirmo que son importantes y que debes resolverlos de una manera u otra. Pero el uso de la pornografía es otra cosa totalmente diferente que siempre está mal, sin referencia a tus circunstancias. Es más, si tienes un problema relacional en tu matrimonio la pornografía solo hará las cosas peores. Pues ahora no estás solo comparando a tu esposa o marido con lo que quisieras que fuera, sino con mujeres y hombres totalmente ideales que solo existen en el ciberespacio y en la imaginación sexual del ser humano. Solo estás garantizando que nunca estarás satisfecho en tu situación. Si eres soltero te estás preparando para una brusca sorpresa cuando te cases, pues tu experiencia sexual no será nada como lo que has visto en la pantalla. Tu querida mujer u hombre será un ser humano precioso, no un objeto sexual.
Tú sabes que está mal, no te mientas a ti mismo, no inventes excusas y justificaciones. Acéptalo por lo que es (pecado).  Empéñate en obtener la victoria, pues te está debilitando. Tráelo a Dios y acepta su gracia para cambiar.
Esto me lleva a la segunda tendencia que debes resistir. No te dejes estar tan cargado con este pecado (que es muchas veces difícil de conquistar) que no puedes progresar. No te quedes ahí en el piso como un pedazo de plomo derretido y recongelado. ¿Cuántas veces crees que Dios te perdonará este pecado de usar la pornografía? ¿Dos veces? ¿Siete veces? ¿Treinta veces? Jesús nos dice que nosotros deberíamos perdonar un sinfín de veces (Mateo 18:21-23). ¿Te crees que Dios te perdonará menos veces a ti cuando cometes algún pecado? Su gracia es suficiente para ti. Es suficiente para que crezcas y salgas de esto mientras que también tropiezas y caes y tengas que repasar los mismos pasos otra vez. Dios no se cansa de darnos su gracia y su perdón. No vivas como si fueras condenado, pues no lo estás. La sangre de Cristo te ha limpiado y todavía te limpia. El riesgo no es que Dios deje de perdonarte, sino que el pecado te tuerce y te distorsione tanto que no quieras ya recibir su perdón y su gracia. Es decir, el pecado te puede cambiar a ti (es un riesgo muy serio), pero nunca cambiará a Dios. Él es más misericordioso de lo que sabes y siempre puedes volver a él.
Entonces, está mal y no deberías hacerlo. Pero es solo a la oscura luz de de tu insuficiencia que podrás ver el poder de Dios cada día. Vivir entremedio de estas dos realidades (tu pecado y Su gracia) es quizás la dinámica más difícil y más profunda de la vida espiritual.  Debes trabajar. Debes orar, humillarte, poner tus deseos al lado, debes meditar en las escrituras. Y sobre todo debes pedir la gracia de Dios sin la cual no puedes hacer ninguna de esas cosas. La victoria está a tu alcance, pues está al alcance del Dios que está obrando dentro de tí. Lo que estoy diciendo es:
…lleven a cabo su salvación con temor y temblor, pues Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad.  Háganlo todo sin quejas ni contiendas, para que sean intachables y puros, hijos de Dios sin culpa en medio de una generación torcida y depravada. En ella ustedes brillan como estrellas en el firmamento (Filipenses 2:12-15).
Saquémoslo a la luz
Finalmente, hablemos más acerca de esto. Muchas veces un buen sermón acerca de algún problema nos ayuda mucho, pues la próxima vez que se presenta una oportunidad nos acordamos que no estamos solos, que es importante no caer en la tentación, que a otros les importa.
Por buena razón Dios nos ha dado el comando de predicar la palabra, pues es “útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia.” (2 Timoteo 3:16) Pero ¿cuándo fue la última vez que oíste o predicaste un sermón acerca de la pornografía? Hermanos, esto es real. Está con nosotros, aunque no queramos admitirlo. Debemos sacarlo a la luz, aunque nos duela, o nunca tendremos la victoria. Pastores, les doy el reto: ¡prediquen acerca de esto! Prediquen la ley pero prediquen mayormente la gracia.

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