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martes, 17 de septiembre de 2013

¿Cómo definimos la paciencia?

¿Cómo definimos la paciencia?

la paciencia en como un sembrador que tiene que esperar que las semillas den su frutoEs tolerancia, no pagar con la misma moneda, es firmeza, capacidad de soportar, sin quejas.
Es el saber esperar hasta que se cumpla el plan de Dios para mi vida. El que es paciente, hace las tareas de todos los días, lo que olvidó y las más difíciles, sin quejas y como sirviendo al Señor.
La paciencia se va forjando, va madurando a través de las circunstancias que Dios permite y la próxima nos resultará un poco más fácil (2 Pedro 1:2-8).
La paciencia puede tardar algo en madurar, en algunos más en otros menos (Santiago 5:7-8).
Algunos dicen: “No pidas a Dios que te dé paciencia, porque seguro que te mandará una prueba”. Pero de una manera u otra Dios permitirá que pasemos por su escuela para ir formándonos a la imagen de Jesús.
Pidamos a Dios que se cumpla su Voluntad en nuestras vidas, todo depende de qué actitud, tomemos ante cada circunstancia.
Ante la impaciencia, las mentiras de Satanás y una mente negativa, nuestra edificación y fe en Dios será destruida.
Pero ejercitando la paciencia, creyendo la verdad de Dios y una mente positiva seremos edificados y el fruto irá madurando.
Recordemos que Dios es el ejemplo máximo de paciencia, así que esperará y dispondrá todo hasta que cambiemos de actitud.

¿En qué necesitamos paciencia?

  • Con los niños.
  • Ante el sufrimiento y problemas de la vida.
  • Con la gente.


Con los niños:

La Biblia dice: “Instruye al niño en su camino y aún cuando fuere viejo, no se apartará de él” (Proverbios 22:6).
Dice: “instruye”, es darle lugar a que pueda entender y conocer qué es lo que se espera de él.
Dios no nos obliga a aceptar la salvación, es una decisión que nosotros debemos tomar.
Debemos instruirlo en los caminos de Dios y ayudarle a que tenga su encuentro personal con Cristo.
Pero aquí hablamos también de respetarlo como ser humano que es. Debemos aceptar que si al niño se le olvidó algo, no es porque es tonto sino porque justamente es niño y debe desarrollar muchas cosas todavía.
A nosotros los grandes se nos olvidan muchas cosas y eso que somos mayores.

Efesios 6:4 dice: “no provoquéis a ira...”. Si nos fijamos en lo que Dios hace con nosotros, lo primero es amarnos, no castigarnos. Así como Dios es justo y misericordioso, también nosotros como padres debemos amarlos incondicionalmente y ejercer la autoridad en amor, para
orientarlos o corregirlos si están tomando un rumbo equivocado.

¿Se impacienta cuando le arrugan la falda?
¿Cuándo vuelcan la leche?
¿Cuándo dejan sus marcas en la pared?
¿Cuándo mojan la cama de noche?
¿Cuándo no trajo las notas que Ud. hubiera querido?
¿Cuándo dejan sus juguetes en la escalera?
Debemos instruir a nuestros niños acerca de sus responsabilidades y obligaciones antes de disciplinarlos.
Enseñar si se trata de irresponsabilidad. Disciplinar si es rebeldía. La disciplina debe ir acompañada de amor, aceptación y perdón.

Ante el sufrimiento y problemas de la vida:

a veces pasamos sufrimientos y problemas en la vida(Santiago 1:2-4; Romanos 5:3-5).
La paciencia a veces se forja a través de las injusticias de la vida o en esos tiempos difíciles donde de una manera u otra todos llegamos.
A veces Dios dispone que debamos pasar un tiempo en cama, ya sea por una operación o torcedura de tobillo. etc.

¿Cómo pasamos ese tiempo?
¿Buscamos tener más comunión con Dios?
¿Cómo recompensó Dios la paciencia de Job?
¿Por qué las personas impacientes son más propensas a los accidentes?
¿Nos impacientamos en la fila del supermercado?
Pidámosle a Dios que nos enseñe a aquietarnos para tener paciencia en la vida. Muchas veces queremos ver las respuestas ¡ya!.
Pero Dios tiene sus tiempos y planes y nosotros debemos creer que es lo mejor para nosotros (Romanos 8:28).
Tenemos una carrera por delante y no la ganaremos corriendo más rápido o siendo más fuertes que otros, sino perseverando con paciencia y tomándonos de la mano de Dios paso a paso.

Con la gente:

Si Dios nos ama y espera con paciencia el fruto de nuestra vida ¿no deberíamos hacer lo mismo con los demás?
¿Cómo reaccionamos con los que siempre tienen un bajón o están tristes?
¿Acaso nos impacientamos porque no reaccionan como nosotros quisiéramos?
A los que son más fuertes, les cuesta entender a los más débiles.
Pero recordemos que Dios nos perfecciona en la debilidad.
Algunas veces necesitamos paciencia para ver el otro lado de alguna situación. De cada circunstancia que nos toque vivir, debemos entender cuál es el propósito de Dios para nosotros.
¿Qué actitud quiere Dios que tenga?

¿Cómo obtener paciencia?

  • Poner nuestros ojos en Jesús (Hebreos 12:2).
  • Pidamos ser llenos de Espíritu Santo.
  • Pedirle a Dios que se cumpla su voluntad en nuestras vidas.
  • Correr la carrera con un corazón tranquilo y confiado en el Señor.
  • Creer que Él tiene el control de todas las cosas.
  • Acepta esos momentos difíciles como un instrumento que Dios usa para formarnos a la la imagen de Jesús.
  • Ante las sorpresas de la vida tener una actitud paciente y positiva.
  • Proclamar “todo lo puedo en Cristo que fortalece” (Filipenses 4:13).


Ejemplos:

Nuestro máximo ejemplo es nuestro Señor Jesús:
(1 Pedro 2:21-23 ; Hebreos 12:3).

Sara: Abraham recibió la orden de Dios de ir hacia otras tierras. ¿Pero qué pasó con Sara?
Sara le creyó a Abraham. Debía dejar muchas de sus pertenencias, no sabía a donde se dirigían. Antes de partir su nombre era Sarai que significa contenciosa. Pero en el desierto, Dios cambió su nombre por el de Sara que significa princesa. Siguió los caminos que Dios y su
esposo estaban transitando, con paciencia (Hebreos 10:36).

José: en medio de su dolor se encomendó a Dios. Venció la hostilidad y la desesperación.
José se sometió con paciencia bajo la inmensa mano de Dios y cambió para bien todas las cosas.
A través de las pruebas, Dios lo preparó para dirigir a Egipto durante 80 años.

job y sus amigos 
Job: Aguardó con paciencia el tiempo de la prueba, y Dios lo recompensó abundantemente.
(Job 42:10-17; 3:15; 19:25; 2 Pedro 1:2-8).

“Por lo cual, hermanos, tanto más procurad
hacer firmes vuestra vocación y elección:
porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás.
Porque de esta manera os será otorgada amplia
y generosa entrada en el reino eterno
de nuestro Señor Jesucristo”

(2 Pedro 1:10-11)

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